Hay amores
muy extraños, tan extraños que simplemente no se pueden imaginar.
Aquella
familia amaba tanto, tanto a sus hijas que buscaron para ellas la
supuesta pareja ideal, y sus hijas se casaron con príncipes,
presidentes o herederos de fortunas.
Y pasó el tiempo y
aquella familia que decía amar a sus hijas, se decían en su corazón:
-
¡Cuán felices somos! pues le hemos dado solo lo mejor.
Y pasado el tiempo,
cada una de las hijas fue muriendo y en su lecho iban diciendo:
-
Recién es libre el canario para cantar su canto porque ayer cantaba en su
jaula de oro, cantaba solo su triste canción.
Autor:
Oscar Basurto Carbonell
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